Sí, amiguitos. Hoy Mantzilla está un pelín indignada con la sociedad y las malas prácticas que se suceden en las salas de cine. Intentaré ser lo más suave posible. Por gracia o por desgracia, desde que abrimos este blog, me he tenido que rascar el bolsillo para ir lo más a menudo posible al cine, para escribir sobre los estrenos. Digamos que en el último mes he ido más veces al cine que en todo el año pasado, sí. Sí porque yo también conozco las comodidades y lo barato que es ver una peli en casa, poder pararla para ir al baño, comentarla muy a gusto y comer lo que me de la gana. Sé lo que es, como todo el mundo.
Lo que me sorprende, es lo rápido que nos hemos acostumbrado a eso. Hace apenas unos años, la única manera de ver una película era yendo al cine o esperando a que saliera en DVD. Lo sé, lo sé, hace unos años el cine no era tan caro como lo es ahora y por supuesto que ha sido una de las principales razones por las que la gente ha dejado de ir. Supongo que gracias a estas "circunstancias" el español medio ha perdido la costumbre de ir al cine y de comportarse debidamente en él.
Porque, por mucho que os sorprenda a algunos, una sala de cine no es el salón de tu casa. Nunca lo ha sido. Sí, estás sentado en una butaca y comes guarrerías mientras miras una pantalla, puedo entender la confusión pero NO. Una sala de cine la compartes con una media de 100 personas, que han ido a disfrutar de la película igual que tú. Dado que 100 personas hablando y comentando la película harían imposible su seguimiento, la primera regla de oro es: ESTAR EN SILENCIO. Es cierto que, en países como el nuestro, ir al cine es una práctica social, no sueles ir solo. Pero para comentar una película con tu amigo, tu madre o tu novia, mejor quédate en casa. Porque no machote, tu novia tampoco ha visto la película, al igual que tú, así que por mucho que la preguntes por qué pasan las cosas o "por qué ha dicho eso"... ELLA TAMPOCO LO SABE, HA VISTO LO MISMO QUE TÚ. Y si de verdad necesitas comentar algo, a veces es necesario y lo entiendo, para recalcar lo pasote que ha sido una secuencia, para preguntar algo personal, para cualquier urgencia... nuestra fisonomía cuenta con algo tan útil como el susurro. Porque a ninguna de las otras 100 personas les interesa lo que opinas sobre una secuencia, ni lo que tienes pensado hacer mañana. A nadie. Apúntalo en un papel, hazte una nota mental, pero por favor, cállate.
El segundo y molesto problema que nos podemos encontrar es LA COMIDA. Y aquí es donde me dirijo a los propios establecimientos de cine: ¿POR QUÉ VENDÉIS BOLSAS DE PATATAS? En esta categoría entran también los Doritos, Chettos... todo lo que venga en esas ruidosas bolsas que en el momento más oportuno son hurgadas. Por qué. Las palomitas en sus cómodos envases de cartón no molestan a nadie, casi forman parte de la esencia de ver una película con ese agradable picoteo. No son ruidosas. No molestan. Y, no os tiréis a mi cuello, soy de las primeras que alguna vez ha metido comida del mundo exterior a una sala de cine, véase: hamburguesas, pizza... ¡Pero es que esos envoltorios no hacen ni la mitad de ruido que las bolsas! (Y sólo los abres una vez) Y, yo por lo menos, que soy una persona considerada, me preocupo de desenvolver la comida durante los anuncios o en los picos de la banda sonora... Que no pasa nada por esperarse un ratito, que repito: no estás en tu casa. Que hace menos ruido ponerse a hacer una paella que hurgar una de esas bolsas.
Y para terminar, he dejado lo que más me toca las narices de todo para el final: EL USO DE TELÉFONOS MÓVILES. Soy consciente, al igual que todos, que nuestra sociedad está en una época en la que es incapaz de despegarse del móvil, el principal motivo es el aburrimiento. Pero viendo una película en el cine... ¿tanto te cuesta evitarlo? Y si no puedes resistir la tentación de TOCAR POR TOCAR el puto móvil... haz el favor de bajar el brillo. Os digo esto porque hace una semana, durante el visionado de "Interstellar", una película digna de ver, que absorbe tu atención y que no es para nada aburrida, una chica, cuatro filas por delante de mí, sacó su móvil en un momento de absoluta tensión de la película y se puso a mirar el Twitter. Durante 20 minutos. Con el brillo al máximo. Yo, soy una persona que necesito gafas para casi todo en esta vida y creédme, no mola una mierda que te de el dichoso reflejito. Y ya no era que me estuviera molestando a mí personalmente, era la falta de respeto en sí.
Porque todo esto que he dejado plasmado aquí, no son otra cosa que faltas de respeto. Si no te gusta ver una película en silencio, o te crees con el derecho de hablar como si estuvieras en tu salón, en serio, quédate en casa y la ves a tu manera y sin molestar a nadie. Porque hay personas que van al cine para ver la película y enterarse, no para tener que afinar el oído e incorporarse para escuchar por encima de tu bolsa de patatas fritas ni para tener que condenarse e indignarse porque no sepas disfrutar de la película y no sueltes el móvil... ¿para eso has pagado? A punto estuve de lanzarle una palomita a la susodicha...
¡Lo dicho! Ir al cine es un privilegio, y no sólo por el precio que le han puesto... (qué también), te brinda la oportunidad de disfrutar de una película cómo nunca (o casi nunca) la podrás volver a ver. Hay películas y películas, en algunas apenas notan el cambio de pantalla grande a pequeña pero, están esas películas que hacen de ir al cine una experiencia. Una experiencia que hay que disfrutar y aprovechar... dejando también a los demás que hagan lo mismo :) Simplemente es aplicar el "vive y deja vivir" a esta práctica que parece que estamos perdiendo junto a nuestra integridad y respeto al prójimo...
¡Un saludo monstruitos!

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