19 nov 2014

Malviviendo dignamente



Fue cuando estaba en el instituto, una amiga me dijo que su novio sevillano le había enseñado un vídeo en Youtube buenísimo, que le echara un vistazo, Malviviendo o algo así. Por aquel entonces, Youtube no era como ahora, para nada. Era casi impensable que pudieras encontrar algo más que videoclips, vídeos fake y vídeos subtitulados del niño loco alemán. Está bien, estoy exagerando. Pero sin duda, no era un lugar donde arriesgarse a buscar el éxito, al menos en España. Era la época en la que veíamos películas y series en Megavideo y a los 72 minutos te tocaba esperar, siempre te quedabas a medias y tus series favoritas... ¡las comprabas! Alucinante eh.  Así que dije... ¿por qué no? y me metí a Youtube buscando "Me llaman negro" esperando encontrar el típico vídeo de coña, o algún borracho cantando un chotis y me encontré con una webserie. Hasta entonces, mi único contacto con las webseries había sido con "Happy Tree Friends".

Malviviendo me descubrió unos personajes que bien podrían haber salido del toledano barrio de Corea (con todo mi cariño!); un cleptómano narcolépsico, un tullido muy cabrón, un chaval con una coletilla pegadiza embutido en camisetas de fútbol y una unión entre todos ellos: El Negro. Porque todos tenemos un amigo o un conocido al que llaman Negro. Cuatro chavales buscándose la vida en el barrio de Los Banderilleros, un barrio sin oportunidades como lo haría cualquiera, alejados del sistema, al margen de las expectativas sociales... Como diría mi madre: "unos perdíos". Por aquel entonces yo no sabía que iba a hacer con mi vida, y me sentía también un poco así. Así que por supuesto que lo disfruté. En esa fantástica época de la vida sin Google Plus, me suscribí al canal y le enseñé el vídeo a toda esa gente que conocía que, como yo, de alguna manera se sentía lejano, víctima de los prejuicios, que se sentía "malvivir". Qué coño. Se lo enseñé a todo "kiski". 



Seguí fielmente Malviviendo desde su más temprano inicio, siendo ritual ver cada verano las 2 temporadas en noches de litros y verdes. Sin duda, una de las cosas que más me gustaban y más rabia me daban, de pensar "¡joder, es una idea cojonuda!" era las intros de los capítulos. Me parecían (y me parecen!) una original forma de rendir homenaje a todas esas series que se paraban a los 72 minutos y, también, lo interpretaba como la sátira de poder hacer algo tan completo como aquello que homenajeaban, sin apenas medios para ello. Recuerdo también el día que pillé por casualidad a David Sainz y Antonio Velázquez en el programa de Buenafuente, hablando de su escueto presupuesto en los inicios del proyecto y de lo lejos que estaban llegando... y por aquel entonces aún no tenían ni idea de que iban a llegar más allá! 

Hubo un parón. Malviviendo estaba llegando a tal dimensión, habían creado un mundo propio, habían aumentado con creces los personajes y la calidad era palpable en su crecimiento, gradual y sólida. Di por hecho que volverían, pero que querían hacerlo bien, si volvían iba a ser a saco. Durante ese parón, los chicos de Diffferent (porque sí, montaron una productora!) siguieron trabajando y sacando proyectos adelante como Flaman. Tras el anuncio de la tercera y última temporada de Malviviendo, porque no iba a tener ni una, ni dos ni tres, si no tres temporadas, me invadió un sentimiento de orgullo hacia ese proyecto y a las personas que lo habían hecho posible. Que habían sido capaces de desarrollar su idea sin apenas medios, hasta conseguir un éxito totalmente merecido. La calidad de la grabación, la actuación, los guiones y la producción eran cada vez mejores y, para una persona que ha decidido encaminar su mundo hacia el audiovisual, era muy reconfortante. El progreso y la mejora de un proyecto tan original como olvidado por muchos sectores, el buen trabajo y la constancia... son una verdadera lección. Está claro que hay que tener mucha suerte para buscarte tu asiento bajo el triunfo, pero sin esfuerzo y trabajo... esa suerte es totalmente desaprovechada. Aunque, "la suerte no se olvida", yo de los que no me voy a olvidar es de ellos. Son un ejemplo y una inspiración para todos aquellos que tengan miedo de sacar una idea adelante, que se frenen por la falta de presupuesto o por ir por la vida sin padrino. Hay que arriesgarse con las buenas ideas, siempre. Ahora mismo estos chicos han cosechado con Malviviendo una gran experiencia fílmica y están enfrentándose a proyectos más ambiciosos, pequeñas webseries y películas, como Obra 67.

Huelga decir, que es una serie que no tiene por qué gustar a todos. Os la recomiendo ciegamente, seáis de la tribu que seáis, pero yo no lo ha puesto por las nubes para que voléis a verla. Eso corre de vuestra cuenta. Simplemente, repito que son un verdadero ejemplo a la hora de sacar un proyecto adelante, y todos los que la hemos visto empezar, con esos inicios que siempre parece que van cuesta arriba, hemos sido espectadores de su evolución, y por eso tiene un sitio importante para mí. Tienen mi total y más sincera enhorabuena. Yo, me quito el sombrero... ¡nos vemos en Los Banderilleros!




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